
Las estrellas de mar son una especie emblemática, amada por su singular apariencia, popularmente vista en libros de cuentos y dibujos animados. Estos animales marinos, pertenecientes a la clase Asteroidea, han fascinado tanto a naturalistas como a científicos durante siglos. A pesar de su nombre común, no son realmente peces, sino invertebrados echinodermos y comparten sus parientes más cercanos con las criaturas igualmente intrigantes como los erizos de mar y los pepinos de mar.
Estos animales tienen formas de vida y características bastante peculiares. Poseen un cuerpo radiales y simétrico, generalmente tienen cinco brazos, aunque algunas especies pueden tener hasta 50. Dicho cuerpo se articula alrededor de un disco central que alberga todos sus órganos internos. Están cubiertas de placas óseas y pequeñas espinas cutáneas que conforman su exoesqueleto, lo que proporciona un cierto grado de protección contra los depredadores.
Son famosas por sus habilidades regenerativas, que son de hecho extraordinarias. Son capaces de regenerar partes perdidas de su cuerpo y, en algunos casos, incluso todo un cuerpo a partir de un solo brazo.
Sorprendentemente, las estrellas de mar no tienen sangre. En cambio, bombean agua de mar a través de su sistema vascular, que actúa como un sistema de tuberías para transportar los nutrientes y expulsar los desechos. Su modo de alimentación tampoco deja indiferente, resulta que las estrellas de mar son depredadores voraces y muy hábiles. Poseen un estómago que pueden evertir, lo que significa que pueden sacarlo de su cuerpo para envolver y digerir a su presa, incluso si es de un tamaño considerable.
Algo curioso es que la mayoría de las estrellas de mar no tienen cerebro ni ojos en el sentido en que los entendemos nosotros, pero poseen una red de sensores distribuida por todo su cuerpo que les permite percibir la luz y las alteraciones en el entorno.
En resumen, estas fascinantes criaturas proporcionan verdaderos ejemplos de las maravillas que la Madre Naturaleza puede crear y una lente a través de la cual podemos observar y entender mejor la complejidad de la vida marina. Son únicas, intrigantes y un verdadero tesoro de nuestros océanos.
Estos animales tienen formas de vida y características bastante peculiares. Poseen un cuerpo radiales y simétrico, generalmente tienen cinco brazos, aunque algunas especies pueden tener hasta 50. Dicho cuerpo se articula alrededor de un disco central que alberga todos sus órganos internos. Están cubiertas de placas óseas y pequeñas espinas cutáneas que conforman su exoesqueleto, lo que proporciona un cierto grado de protección contra los depredadores.
Son famosas por sus habilidades regenerativas, que son de hecho extraordinarias. Son capaces de regenerar partes perdidas de su cuerpo y, en algunos casos, incluso todo un cuerpo a partir de un solo brazo.
Sorprendentemente, las estrellas de mar no tienen sangre. En cambio, bombean agua de mar a través de su sistema vascular, que actúa como un sistema de tuberías para transportar los nutrientes y expulsar los desechos. Su modo de alimentación tampoco deja indiferente, resulta que las estrellas de mar son depredadores voraces y muy hábiles. Poseen un estómago que pueden evertir, lo que significa que pueden sacarlo de su cuerpo para envolver y digerir a su presa, incluso si es de un tamaño considerable.
Algo curioso es que la mayoría de las estrellas de mar no tienen cerebro ni ojos en el sentido en que los entendemos nosotros, pero poseen una red de sensores distribuida por todo su cuerpo que les permite percibir la luz y las alteraciones en el entorno.
En resumen, estas fascinantes criaturas proporcionan verdaderos ejemplos de las maravillas que la Madre Naturaleza puede crear y una lente a través de la cual podemos observar y entender mejor la complejidad de la vida marina. Son únicas, intrigantes y un verdadero tesoro de nuestros océanos.