El kiwi es un ave notable, querido simbolo neo-zelandés. Protagonista de legendas maoríes, y es considerado una especie en peligro de extinción. Pequeño y con aspecto de bicho raro, esta peculiar ave tiene aproximadamente el tamaño de una gallina y posee las plumas más parecidas al pelo que se conocen en el reino de las aves. Con un tono marrón grisáceo, estas plumas suaves y esponjosas le dan el aspecto de una bola peluda.

Lo más distintivo del kiwi es su largo pico flexible de color marfil, hasta de 20 centímetros, equipado con orificios nares en la punta, algo que no se ve en ninguna otra ave. Este aditamento le permite oler su alimento en la profundidad de la tierra, debido a que su dieta se compone en gran medida de pequeños invertebrados, insectos y lombrices que se esconden en el subsuelo.

El kiwi también es inusual en cuanto a su biología reproductiva. A pesar de su tamaño pequeño, la hembra lleva en su interior uno de los huevos más grandes en proporción al tamaño del cuerpo de cualquier ave en el mundo. El huevo puede llegar a pesar hasta un cuarto del peso de la madre y el periodo de incubación puede durar más de 80 días.

El kiwi no vuela. Sus alas son pequeñas y casi invisibles bajo las plumas mullidas y su cuerpo compacto está soportado por patas robustas y fuertes. Este ave nocturna confía en su agudo sentido del olfato y en sus bigotes rígidos - que le ayudan a navegar en la oscuridad - para sobrevivir en su hábitat natural, el bosque denso.

Aunque pueda parecer indefenso, el kiwi puede ser feroz cuando se siente amenazado, defendiéndose con tremendas patadas de sus fuertes patas. Mientras el hombre se ha maravillado durante mucho tiempo de la singularidad del kiwi, también ha contribuido a su estado en peligro de extinción, principalmente al introducir depredadores como la rata y el hurón en Nueva Zelanda. Hoy, los esfuerzos de conservación trabajan incansablemente para proteger a estos adorables y curiosos animales.