La lombriz es un invertebrado que pertenece al grupo de los anélidos. Se conoce con el término general de "lombriz" a miles de especies muy distintas en su fisiología y comportamiento, pero unidas por vivir en lugares húmedos o en campos humidificados tras una lluvia.

La suerte de tener al alcance de nuestra visión a una lombriz, despierta una curiosidad innata. Por lo general, su larga forma enrollada se asemeja a un espagueti, pero su cuerpo segmentado le otorga una característica única. Cada uno de estos segmentos que componen su cuerpo, son llamados anillos, los cuales están compuestos por fibras musculares y cada uno de estos armazones tienen su propia función y contribuyen a la sobrevivencia de este pequeño ser.

La lombriz se desplaza mediante contracciones sucesivas de sus segmentos, constituyendo un verdadero espectáculo visual. Su cuerpo adopta una curva en forma de "S" que demuestra una gracia y elegancia inauditas en apariencia tan simple. Aunque parezca sorprendente, la lombriz carece de pulmones y, en su lugar, realiza la respiración a través de su piel, lo que requiere un ambiente húmedo para vivir.

La lombriz es uno de los ejemplos más bellos de la biodiversidad que nuestro planeta aloja y un pilar muy importante en los ciclos naturales del suelo e incluso en la agricultura, ya que al alimentarse de materia orgánica la transforma en humus, un fertilizante natural muy valorado.

Aunque muchas personas se sienten incómodas ante su presencia, la realidad es que las lombrices realizan un papel extraordinariamente útil en los ecosistemas terrestres. Son necesarias para la aeración y fertilización de la tierra y, en definitiva, para la vida del planeta. Su presencia nos hace recordar la complexidad y belleza que se esconde en las cosas más pequeñas y simples de la naturaleza. Ahora, cada vez que veamos una lombriz después de la lluvia, sabremos que estamos frente a un extraordinario ingeniero de la tierra, un aliado imprescindible para la vida.